Se me escapa la vida entre las grietas de los labios cuando la reclamo a sollozos.
Los rascacielos de tus manos no son capaces de retenerla
aquí,
conmigo.
Ese vacío tan lleno de todo
que tan conocido tengo
se me instala en el pecho para quedarse.
Y solo soy capaz
de darle la bienvenida entre lágrimas,
sollozos y gritos silenciosos,
que me reclaman que, en efecto;
me estoy jodiendo la vida.
Se me apaga la bombilla,
deja de latirme el motor,
y solo puedo llorar ante la idea
de que he vuelto a perderme.
Y voy a tener que encontrarme.
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